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Recuerdos de… Hna. Antonia Lucas

Recuerdos de… Hna.  Antonia Lucas

Recuerdos de… Hna.  Antonia LucasLlegué al colegio el 7 de enero  de 1.974. Yo venía de Nápoles y me mandaron a ayudar en labores a Hna. Eduvigis. El curso siguiente di clase en 5º.

Formaban parte de la comunidad las siguientes hermanas: Hna. Inmaculada López Estrada, Trinidad Garrido (Superiora), Mercedes Sanz, Mª Jesús Martínez: daba clase de religión y música, Eduvigis Sempere Alcocer, licenciada, daba clase de geografía e historia. Llevaba las labores, Carolina Cánovas Sardina, Manuela Bravo Caro, Purificación Arellano Gómez, Gonzala Amorós Escudero, Fátima Tenza Ruiz, Maravillas Manzano López, Mª Jesús Bibiloni Martínez, Trinidad Segovia, Lourdes Arenas, Amelia Monedero y Trinidad López.

Pasado el comedor de las hermanas había una clase de párvulos, sólo chicos con una maestra, María, que se marchó.

En esta época las niñas hicieron la primera comunión en el patio porque no cabían en la capilla.

Pasado el huerto hicieron la residencia para chicas universitarias.

En 1.975, cuando pasamos al colegio nuevo con el nombre de Santa María del Carmen, yo me quedé de responsable de manualidades en 6º, 7º y 8º duplicado. Me pusieron la clase de labores donde está ahora el laboratorio y una clase. Hasta el año en que Hna. Mari Carmen Aparicio iba a hacer los votos perpetuos

Las puertas no tenían cerradura. La puerta principal se abría y cerraba en el suelo con un candado para puertas de cristal.

Las clases eran muy numerosas, en segunda etapa había 50-54 niños por clase.

Las fotos grandes en blanco y negro que adornaban las paredes del colegio las pegué yo con una fregona en el poyete de las sillas naranjas de portería. Les iba echando agua y con el palo de la fregona las estiraba.

Teníamos muy buena relación con los vecinos. Un día,  Hna. Adela me dijo:  -“Vamos a conocer a los vecinos, que nos conozcan y los conozcamos”. Fuimos casa de Pepe el de los caballos. Vivía su madre, quería meter al niño pequeño en el colegio. Había dos familias en la misma casa. Tenía una puerta por donde se entraba a la cuadra. Allí hacían la vida. La madre (Sra. Josefa) llevaba huevos recién cogidos y nos los dio. Tenían caballos. Pepe nos los enseñó. Íbamos mucho a pedirles cosas: paja para el belén, horquillas para adornar. La madre me pidió que le hiciera unas cuerdas para la túnica de nazareno de su hijo, que estaban muy gastadas. Compró la lana y le hice el cordón con 18 borlas. Ella lo agradeció mucho y siempre estaba dispuesta a darnos todo lo que le pidiéramos: una rama de árbol, pino… El de enfrente tenía gallinas, pavos reales… Nos daban de todo. Nos invitaban a pelotas. Cuando la Sra. Josefa estaba muriéndose, me llamaron. Yo estaba rezando con ellos y la amortajé.

Otros vecinos que nos ayudaron mucho fue la familia del carpintero, Santiago y Maruja la de la tienda. En navidad hacíamos chocolate y sacábamos dulces y cantábamos villancicos. También estaba Maruja, que fue cocinera del colegio

Santiago nos hizo las tablas para los armarios de las celdas de las hermanas.

Venían grupos de asambleas de CONFER, encuentros con religiosas y se reunían en las clases.

Con los padres, había muchos encuentros por las noches: concurso de ajo donde destacaron Berenguer que era presidente del APA y Agustín el marido de la señorita Sefi. Las profesoras Charo y Mª Dolores y el marido de Mari eran el jurado. Se le dio un diploma al ganador, que fue Berenguer, yo quedé segunda clasificada.

Noviembre de 2.012